¿Quén inventa los refranes?

Hay refranes que no entiendo, otros que sí y algunos que no sé dónde usarlos. Hoy, amigos, les traigo uno: “mejor pájaro en mano que cien volando”. Veamos esto.
¿De qué habla? ¿De un pequeño emprendedor que intenta armar un negocio avicultor? Puede ser. En ese caso sí es vale más un pájaro en mano (se necesita una pequeña inversión) que cien pasando por arriba y sufriendo ya que el sueño de este pequeño emprendedor, que no necesariamente tiene que ser un enano con grandes aspiraciones, se caería y rompería en miles de pedazos, aunque no sería tan grave si fuere enano porque la distancia que hay desde donde se encuentran sus ideas (mente = cabeza) al piso es corta… quizá, en el mejor de los casos reboten y vuelvan o se agache y la junte, total no es tanto el esfuerzo. El problema lo tendrían los altos, en este caso. Si a un lungo se le cae una idea, probablemente se haga pelota contra el piso y la termine pateando debajo de algún mueble para esconder sus restos, sin oportunidad de velarlos. En el hipotético caso que la idea se caiga y el lungo extienda un pie para intentar amortiguar la caída y la idea quede intacta en el piso, quizá allí, este tipo, se agache a recogerla (no confundir con re-cogerla ya que eso es para generar nuevas ideas: es una idea creadora de ideas, pero eso será para otro día). El tema es ¿a quién lo le da fiaca agacharse? Convengamos que es una molestia. Uno se agacha y emite un sonido de “fiaca”, suspira o le suenan las rodillas cada vez que lo hace. Entonces podríamos decir que una persona de alta estatura corre más riesgos de perder ideas que un enano.
Que pasa con los que odian las aves, como yo. Aquí aparecería nuestro Anti-refrán: el archienemigo del Refrán. Detesto las aves. Siendo pequeño, en la chacra de mi padrino, corrió y picó una gallina.
Si bien el juez determino que por persecución, intimidación a un niño, superar las velocidades máximas de tránsito del establecimiento, ser el artífice de provocar alaridos ensordecedores del niño hacia terceros y, mediante un hecho premeditado, picarlo, la condena fue la muerte y una suave cocción al horno: todos terminamos regocijados y la paz volvió a reinar.
Luego de este desvío, continúo. En mi caso, más vale cien pájaros volando que uno en mano, si tuviere uno en mano me muero de un infarto. En este caso el refrán no se cumple.
Cuando uno camina por Plaza de Mayo y tiene que atravesar la plaza con todas esas palomas allí… ¿acaso uno no anda caminando hablando para sí mismo pidiendo, de alguna forma, que esas estúpidas y creídas aves se corran de una vez ante su caminar? Se apoderaron de la Plaza. Si una vieja chota o un pendejo mal nacido se le ocurre tirar migas de pan ¡miles de palomas se le vienen encima! Y eso no está copado. Allí más vale ningún pájaro en ningún lado. Ni en mano ni en la plaza… ¡nada de pájaros!

Podría entenderse el refrán si hablamos de “seguridad”. Más vale tener algo que nada. Más vale aprovechar una oportunidad que dejarlas pasar a todas; más vale cumplir con un objetivo que con ninguno… Eso es conformismo y no lo tolero. El refrán es malísimo.