El arte es caer de culo y que no te duela

lunes, abril 17, 2006

Una de las versiones de los hechos (según Fran)

Ok, acá vamos... Tanto tiempo que no me sentabaa escribir en este espacio!

Me moría de ganas de patear una pelota, de correr y de verme con mis amigos en un encuentro, ya casi en el olvido, de fútbol.
Después de todas las peripecias para conseguir jugadores, ya estábamos listos como siempre: cinco minutos antes del inicio. Incluso habían en la lista de convocados dos posibles jugadores que no registro ni en pedo que venían de urgencia. Una suerte de caja incrustada en la pared con gente que no se sabe qué hacen de sus vidas y están detrás de un vidrio, vestiditos de fútbol con su conjuntito impecable, siempre listos para que alguien rompa el vidrio en caso de urgencia y los libere para usarlos en un equipo de ilusos. La palabra que utilizan muchos es "fracasado". No considero que sea así ya que le tratamos de poner toda la garra y nuestro empeño y siempre caemos de bruces al piso... aún así seguimos intentando. Podría usarse la palabra "nabos" o "pobres negritos mineros bolivianos que sufren como nadie para armar un partido". La palabra que surge también es "stress". Le ponemos todo el huevo del mundo. Le ponemos tanto que a veces pienso y sueño con reencarnar en una gallina para que me cueste menos trabajo la vida y la disfrute más. Anyway...
No pude creer cuando me llamó Javo. "Estamos todos!", me dijo. A todo esto no sabía que venía un amigo del colegio, un hermano y un duende. Mirá lo que somos! Llamamos a pequeñas personas que se esconden en nuestros jardines! Estamosen el horno! No me preguntaba quiénes eran, sólo quería jugar. Bienvenidos sean!
Me empilche: pantaloncito, medias de la Roma, los timbo, vendita, muscu, camiseta de Holanda... Lo tengo en el bolso desde hace décadas esperando algo así.
Como mi auto anda para atrás, no le funcan las luces de stop, desempañador, guiños, radio (elemental), soy una amenaza para la ciudad. De modo que agarré mi rústico y nunca tan deseado transporte personalizado, deportivo, tuneado... mi bicicleta que compre el 23 de mayo de 1998 (sí, me acuerdo la fecha). Abrí el portón salí y... una gota me cayó en medio de los ojos. Supuse que había sido una gota de savia o alguna boludez así (lo que hubiese dado porque haya sido mea de una paloma, sabiendo lo que después realmente fue). En fin, ni se me ocurrió pensar en "lluvia" puesto que tenía recuerdos de haber sido un lindo día en el único momento que vi el cielo.
Pedaleé a un 80%. Saltaba en los lomos de burro despegando las dos ruedas del piso, todo un pija, cantaba, hacía slalom con hojas, sombras y manchas de brea de la calle. Viejo, íba a jugar al fútbol!
Llegué a Blanco Encalada y Laprida. Un relámpago me iluminó el camino. Ahí, intuitivamente, atiné a frenar y mirar el cielo: "bueno, no creo que llueva AHORA". Llegué a Don Bosco. Era el primero. Faltaban menos de 5 minutos para arrancar (sí, nuevamente y por los siglos de los siglos, pocos llegamos tiempo). Ya me veía jugando y clavando un gol de a fuera del área. No lo hubiese festejado con un grito porque me dolía la garganta.
En el momento en que apoyé mi bicicleta contra una columna y me alejé menos de un metro de ella, una plaga de hojas amarillas desfilaron violentamente frente a mí. "¿De dónde habrá venido esto?". No pasaron ni 30 segundos que los carteles publicitarios que dividen las canchas comenzron a volar. Unó quedó pegado en la reja delante mío (yo estaba al lado de la administración, para ubicarlos). Automáticamente me dije "Ok, por alguna razón, Dios no quiere que ponga la bici ahí". De modo que la agarré y la apoyé contra la pared que separa a la cancha que está a puertas cerradas del exterior. A todo esto los arcos de las canchas de arena se caían sobre algunos jugadores que aún insitían en jugar: JA! Ilusos.
El cielo se partió y el agua cayó de forma nunca antes vista. "Pará man! Ya te corrí la bicicleta! ¿Acá tampoco? No jodo a nadie, che!". Fué! Todos empezaron a correr despavoridos a ningún lugar tratando de refugiarse de la lluvia. Por mi parte,me apoyé sobre mi bicicleta contra la pared (desde ese ángulo ni en pedo, el barba, veía mi bicicleta). Ahí me encontraba refugiado de la lluvia. Llovía, para que tengan una idea, del SIC hacia Márquez. En segundos, las luces del lugar se apagaron, el viento cambió y me empapé (changos, me vio! La cagué mal). Supuse que ahora sí no se iba a poder jugar, seguía con esperanzas.
De repente lo via a Agus que era el segundo en llegar. Él tomó la posta y me reemplazó esperando la llegada de los otros para comunicar que nos íbamos y no se jugaba. Agarré mi bici y le entré a dar. En la puerta lo veo al Gallego que entraba. Le dije que nos íbamos a lo de Javo y seguí, no paré!
Ya estando en Laprida, veo un hombre que venía de frente y trotando. La lluvia me molestaba los ojos. A pocos metros me sonríe irónicamente y me dice "Estamos en las mismas". Le sonreí, mosté una señal de afirmación y seguí mi camino. Forro! Me llueve de arriba y de abajo! De qué me hablás!
Llegué a casa cagado de frío y empapado. Me saque todo, me di un baño bien caliente. Al rato recibí un llamado de Javo solicitando mi paradero (nota: ¿siguen estando los "llamados a la solidaridad en medio de la tanda en canal 7?) . "Estoy en casa y no salgo ni en pedo a no ser que me vengan a buscar". La bati-señal se encendió y el Galle me pasó a buscar en su Galle-móvil en compañía de su astuto compaéro Chicken-boy.
La debacle total, ustedes acaben con esta historia en sus mentes, hecho culminante que involucran:
· Un salame muy grande (MUY grande) que costó pelarlo y lo terminamos morfando con la "cáscara";
· Papas fritas K-pos;
· 3 pizzas;
· 3 birras;
· 1 coca;
· Starky & Hutch;
· 5 amigos con un sueño frustrado.

Pregunta que nada tiene que ver con esto: sólo me pasa a mí que me confuindo las "a" con las "e" y escribo cualquier cosa? Últimamente escribo "qeu" en vez de "que". No sé que me anda pasando. Espero escribir más seguido y no perder las buenas constumbres...