El arte es caer de culo y que no te duela

viernes, marzo 24, 2006

Una noche que duro 7 años

"A partir de la fecha, el país se encuentra bajo el control operacional de la
junta de Comandantes Generales de las Fuerzas Armadas (…) Se recomienda a todos
los habitantes el estricto acatamiento de las disposiciones y directivas que
emanen de la autoridad militar, de seguridad o policial."
Del comunicado Numero 1, transmitido por cadena nacional el
24 de marzo de 1976, a las 3:21 de la madrugada.


El 23 de marzo de 1976, María Estela Martínez de Perón se despertó agitada tras pocas horas de sueño en la residencia de Olivos. Su marido, Juan Domingo Perón, ya había muerto en julio del año anterior y ahora ella estaba a cargo de la presidencia de la Nación. En medio de un clima de caos, que imperaba desde la muerte de su marido, los comandantes de las tres Fuerzas Armadas ya habían decidido que ese sería el último día del gobierno constitucional. Estaba nublado, hacia 26 grados y empezaba una de las jornadas más dramáticas de la historía argentina.
Cerca de las 0:40 del día siguiente la presidenta partió en un helicóptero Sikorsky de la fuerza Aérea desde la Casa de Gobierno. El helicóptero la trasladaría a la quinta de Olivos. Nunca llegó a su destino. Los pilotos - oficiales de Aeronáutica- tenían la orden de desviarse a Aeroparque. Y así lo hicieron. Diez minutos más tarde, con la excusa de un desperfecto técnico, descendieron en la zona militar del Aeroparque Jorge Newbery. Allí la viuda de Perón fue invitada a pasar al despacho del entonces general José Villarreal. Apenas ingresó la presidenta, se le comunicó que estaba detenida y que las Fuerzas Armadas se harían cargo del gobierno. Tibiamente ella respondió: "correrán ríos de sangre cuando el pueblo se entere y salga a defenderme". La primera misión del Proceso había sido un éxito. El Golpe estaba dado.
En la oscuridad de la noche, mientras todos dormían, se había puesto en marcha otro país. Una vez detenida la presidenta los comandantes militares de cada distrito comenzaron el operativo para detener a los opositores. Las listas, que habían comenzado a hacer con anterioridad, ya estaban terminadas. En ellas se podían leer los nombres y las direcciones de políticos, periodistas, escritores, artistas, sindicalistas, intelectuales, militantes comunistas y presuntos guerrilleros. Peligrosos para la paz y el orden que los militares decían venían a resguardar en nombre del pueblo argentino. Treinta mil personas resultaron desaparecidas y aunque los nieguen y digan que sólo fueron nueve mil ( ¿les parecerá bien que sean sólo nueve mil?), sigue siendo una barbaridad. Y no hay justificación que les limpie la culpa ni la imagen que tenemos de ellos, ni decreto de aniquilamiento que les dé la razón. Como tampoco la hay para los que instalaron el caos en la Argentina - ni los que lo siguen instalando- y les dieron la oportunidad de actuar en nombre de la democracia.
Ya en la madrugada, los militares tomaron el Congreso de la Nación. Poco después las tropas del ejército se apoderaron de las instalaciones de Canal Siete desde donde se transmitió, en cadena nacional, a partir de las 3:21 de la madrugada el primer comunicado oficial de la dictadura. A este le siguieron muchísimos más durante los siguientes seis años. Solamente en el primer día del Proceso de Reorganización Nacional se emitieron más de veinte comunicados.
La plaza de Mayo y las calles del centro de Buenos Aires estaban en la mañana del miércoles 24 más vacías que un domingo. Apenas se veían los coches, y los pocos peatones que interrumpían el desolado país miraban de reojo las tanquetas que circulaban a paso de hombre por los alrededores, llenas de soldados armados con fusiles. Las radios habían difundido ya más de 20 comunicados, por medio de los cuales la población se enteraba - a medida que despertaba - de que ese día no habría bancos, ni actividad en la administración pública, ni clases en los colegios. Los vuelos y la navegación quedaban interrumpidos hasta próximo aviso.
Mientras tanto la Junta Militar, formada por Jorge Rafael Videla, Eduardo Emilio Masera y Orlando Ramón Agosti juraba en el Edificio del Libertador y la ex presidenta llegaba a Villa la Angostura, donde quedaría como prisionera del nuevo régimen, por un año, en la residencia "Del Mesidor" a orillas del lago Nahuel Huappi. El resto de los dirigentes y allegados al gobierno derrocado la noche anterior fueron alojados en el "33 orientales", uno de los tres barcos que la Junta amarró en el puerto de Buenos Aires para utilizar como cárceles. En el primer día del gobierno militar se detuvo y encarceló en esos barcos a más de 75 personas.
Pero la noche recién comenzaba. Además de emitir comunicados hasta de cómo hacer para ir a l baño, se suspendieron todos los eventos públicos. Ese día no hubo ni teatro ni cine ni música. Todo se había suspendido con el comunicado número veintidós. También se interrumpió la transmisión de los canales de televisión. Lo único que se pudo ver en todo el día fue un partido de fútbol que jugó la selección argentina contra el seleccionado polaco. Los jugadores se enteraron del golpe de estado pocas horas antes del partido de boca del relator José María Muñoz. Algunos pedían suspender el encuentro, pero tras un rápido debate se decidió jugar.
Esa misma jornada, a partir de las 13 horas queda restaurada la pena de muerte en el país. Jugaron a matar y mataron. Lástima que nunca se hicieron cargo de lo que eso significaba. No fue al azar y sabían lo que hacían, "hay crímenes de pasión y hay crímenes de lógica. La frontera que los separa es incierta. Pero el Código Penal los distingue, bastante cómodamente, por la premeditación. Estamos en la época de la premeditación y el crimen perfecto."
[ii]
La noche fue larga. Reinaba el miedo, el no saber qué hacer. Pocos sabían lo que pasaba. Y saberlo era peligroso. Entre el miedo y la incertidumbre Videla, Massera y Agosti definían su futuro gabinete, la política económica y la estrategia para erradicar la subversión. Los argentinos estaban bajo una nueva ley que duro siete años. Siete años que recién comenzaban y que traerían entre otras cosas tres presidentes, una guerra inútil, treinta mil desaparecidos, una tablita, la especulación financiera, la plata dulce y los viajes al exterior, un mundial de fútbol, censura, represión, dos visitas del Papa Juan Pablo II, la noche de los lápices, la televisión color …
Muchos se fueron y no volvieron más. A otros los fueron. Y muchos se fueron y después volvieron, pero ya no fue lo mismo. Faltaban amigos, familiares, vecinos o simples conocidos.
Para no repetir no hay que olvidar. La identidad y la memoria son imprescindibles para armar un país mejor. Siempre hay que mirar al futuro con un pie en el pasado y sabiendo que pase lo que pase no vamos a permitir que se vuelva a repetir. Nunca jamás.

[ii] Albert Camus; "El hombre rebelde"; ed Losada; Bs. As; 11 edición; 1989; pag 9

2 Comments:

  • Antes que nada quiero felicitar a Lui-K por la reseña escrita respecto del golpe del 76. Genial, tanto informativamente como literariamente. Continuá así.
    Ahora, me gustaría agregar algo que poco tiene que ver y que por eso llama la atención. En medio de la discusión sobre si debería permitírsele a los chicos ver el mundial en el colegio, quiero resaltar una frase del ministro de Educación, Daniel Filmus, sobre la entrega de un material "didáctico" para aprovechar en la escuela durante la época más esperada del año: "No hay que olvidar que estamos a 30 años de un golpe que intentó tapar con el mundial lo que estaba pasando en este país, y para eso también puede servir difundir esta propuesta".
    No critico la idea, solo que me rompe las pelotas que relacionen cosas que no tienen nada que ver y utilicen factores demagógicos para hacerse escuchar. Y ese es nuestro ministro de Educación.

    By Blogger Kraca, at 9:03 p. m.  

  • que poeta luigiiiiiiii

    By Anonymous Anónimo, at 11:19 p. m.  

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