El arte es caer de culo y que no te duela

domingo, julio 02, 2006

Operación Alemania 06.7 Un final que tuvo el sabor de una final

(Berlín; de un enviado especial)
Caminar por las calles de Berlín en estos días se hizo muy difícil. Como cualquier argentino fui víctima de casi 3 bpm (bromas por minuto). Después de la musicalidad de Leipzig, ciudad en la que vivió Bach, pero en la que también nacieron Meldenson, Schumman o Wagner, después de sufrir la victoria a la mexicana (para seguir con las músicas), la selección nacional viajó a Berlín para bailar con la más fea: Alemania. Hacia allá nos dirigimos, miles de hinchas argentinos, pero sólo unos pocos logramos entrar al magnífico Estadio Olímpico de Berlín. Frente a la multitud, el grito argentino se hizo escuchar en un partido que los entendidos definieron como una final adelantada.

Un gaucho en tierra germana

El partido fue siempre difícil. Desde el comienzo los equipos se estudiaron como si se tratará de descifrar un complejo teorema matemático. Argentina logró resolver varias de las ecuaciones. Controló las subidas del lateral alemán que la FIFA autorizó a jugar con una venda que cubre todo su brazo derecho. Controló, a fuerza de presión y de una marca muy atenta de Mascherano, al mutifacético Ballack y controlo también al peligroso Frings. Resultado, los alemanes perdieron en la mitad de la cancha y rara vez alcanzaron a desarrollar su veloz y poderoso juego, con el que liquidaron a Suecia, en la primera media hora de partido. Defensivamente el equipo de Pekerman, logro también cerrar las maniobras del peligroso delantero Klosse. Hasta aquí, Pekerman había acertado en el planteo táctico del partido. Con la entrada de Lucho González, en lugar de Cambiaso, liberó a Mascherano para correr por la mitad de la cancha, recuperando pelotas, como a él le gusta, y Riquelme se ocupó de armar juego para que Crespo y Tevez corrieran, en diagonal por atrás de los dos centrales alemanes, lo más flojo del equipo alemán. Pero lamentablemente Argentina no pudo o no supo como aprovecharlo. Así, con amplio dominio del conjunto albiceleste, terminó el primer tiempo.
En el segundo tiempo todos esperaban que los alemanes salgieran a comerse la cancha. Pero el gran gol de Ayala, saltando y ganándole a la marca en el área rival, rápidamente puso en ventaja a la Argentina y dejo a los rubiotes alemanes en una posición muy complicada sin asber para donde dsiparar. Después vino la lesión de Abondancieri, la entrada de Franco y todo empezó a darse vuelta de a poquito. De golpe Pekerman mandó a la cancha a Cambiaso para reemplazar a Riquelme. Después Crespo salió y fue reemplazado por Cruz. A esta altura era claro que Pekerman había decidido cuidar el resultado y cuando el técnico menos lo esperaba llegó el gol alemán.
Partido empatado y al alargue. Para ese momento los nervios ya empezaban a comer cualquier posibilidad de actuar racionalmente. Con los cambios agotados, y con un equipo disminuido en la mitad de la cancha, el equipo salió a tratar de definir el partido en los treinta minutos del tiempo suplementario. Fueron superiores, lograron tener un poco más la pelota, pero falto precisión para poder llegar al arco rival y liquidar el partido. Tevez, cansado, había perdido la sorpresa que pudo generar en los primeros cuarenta y cinco minutos de juego. Cruz, poco pudo hacer frente a los pelotazos que le llegaban desde el campo argentino. Fueron treinta minutos de juego deslucido y donde apremió el cansancio. Argentina no pudo sacar provecho del mal estado físico de los alemanes. Ballack tuvo que ser atendido y pasó gran parte del complemento rengueando y mostrándole a sus compañeros que ya no podía correr más.
Y así llegaron los penales.

Es parte del juego…

Cuando un partido no se define en los noventa minutos del juego, ni en los treinta suplementarios, el reglamento indica que ganará aquel equipo que logre meter más goles pateando desde el punto del penal. En esta oportunidad ese equipo, el equipo que logro anotar más goles, fue Alemania. El partido terminó 4 a 2. Los remates de Ayala y Cambiaso quedaron en las manos del largo arquero alemán: Lemahn, que se convirtió en estrella por un día.

No somos campeones, no… Una lastima.

La salida del estadio fue muy triste. Ver a los jugadores salir del campo de juego, llenos de congoja, dolor y frustración, fue muy triste. Mirar la cara de Cambiaso, después de errar su penal, fue muy triste. Ver el llanto de Mascherano, desolado, después de haberse corrido todo durante 120 minutos fue muy triste.
Los finales pueden ser tristes, pero este definitivamente fue triste. Durante casi veinte días habíamos recuperado la ilusión de ver buen fútbol de la mano –en realidad de los pies- de estos 23 monstruos que formaban el equipo de José. No nos olvidamos de los 6 goles contra Serbia y Montenegro. No, no nos olvidamos del Pibito, de la Fiera, del Tractorcito, de Román, del Ratón, del Gringo, de Lucho, del Cuchu, de la Pulga; de todos los que nos dieron alegría durante casi un mes de nuestras vidas. Nos hicieron sentir orgullosos y creo que les debemos mucho a ustedes y a José, que siempre y sobre todas las cosas entendió que el fútbol es un juego de equipo y que por más que convoques a 23 grandes jugadores, hay una misión que es imposible cumplirla gracias a las individualidades. Esa filosofía es la que necesitamos lo argentinos: subordinar los egos y construir sobre equipos que hagan más grandes personas a los grandes.

Sé que esto suena a despedida. Pero mi partida de Alemania, hacía la costa mediterránea francesa, donde resido, en la ciudad de Cagnes sur Mer, al ladito de Niza, es tan sólo un hasta luego, porque pienso volver con más comentarios de los partidos que todavía quedan por jugarse. Puede que para nosotros se haya terminado El Mundial, con mayúsculas como dije en mi primer envío, luego de la ceremonia inaugural, pero continúa una Copa del Mundo, y hay un campeón que coronar. En un principio, me negaba a escribir esto, pero quedo demostrado que laArgentina, fue el mejor equipo de esta Copa del Mundo. Por lo tanto, somos campeones morales… otra vez!

JPV (no, no soy Juan Pablo Varsky)
Enviado especial del Arte es caer de culo... en Alemania 2006